Los aguaceros de 1982 provocaron inundaciones desastrosas en La Seu d’Urgell que obligaron a realizar una intervención global en el lecho del río Segre y a ordenar los espacios del río próximos a la ciudad.
Estas consideraciones coincidieron en el tiempo con la elección de Barcelona como sede de los XXV Juegos Olímpicos, en cuyo decurso La Seu d’Urgell sería la subsede de la celebración de las pruebas de aguas bravas.
La construcción del Parque Olímpico del Segre, vertebrado por un nuevo canal que derivaba de este río, se inauguró en octubre de 1990. La obra permitió la urbanización harmónica de un entorno próximo a la ciudad y consolidó un equipamiento deportivo importante.
El Parque del Segre sirve para practicar piragüismo en aguas tranquilas o bravas, o en eslalon, en clave lúdica o competitiva. Cuenta con dos canales de piragüismo: el de aguas tranquilas, de 800 metros de largo, y el de aguas bravas, de 500 metros. Un sistema de remontes mecánicos y la regulación del caudal del agua aseguran la práctica deportiva durante todo el año.