Desde el siglo VI, tres antiguos templos han precedido en el mismo emplazamiento la actual catedral de Santa María, que fue construida sobre una catedral anterior promovida por el obispo Ermengol.
Hacia el año 1110, amenazando ruina la antigua catedral, el obispo Ot de Urgell promovió la construcción de una nueva. La gran empresa, que nunca vería acabada su promotor, ocupó a sucesivos maestros de obras, que determinaron el aspecto de la catedral, especialmente vinculado a la estética del románico del norte de Italia y Renania.
Grandes sillares de granito, extraídos de canteras próximas a La Seu y, en algunos sectores del edificio, combinados con sillares de gres rojizo, arman un edificio macizo que, en determinadas circunstancias, ha realizado también las funciones de fortaleza.
En el año 1175 Ramon Lambard era contratado como maestro de obras con la misión de finalizar el edificio, cerrar las bóvedas y acabar las torres y los campanarios. No era italiano, como podría sugerir su apellido, sino vecino de Coll de Nargó.
En el año 1196 el conde Ramon Roger de Foix saqueó la catedral y la empobreció hasta el punto de interrumpir las obras, las cuales ya no se volverían a retomar dentro de la línea estilística del románico.