Hasta bien entrado el siglo XIX, la iglesia de Sant Domènec formaba parte del convento de los dominicos de La Seu d’Urgell. La Orden de los Predicadores o Dominicos había conseguido un gran protagonismo en el contexto del enfrentamiento de la Iglesia católica contra la doctrina cátara, que se implantó con fuerza alrededor de La Seu d’Urgell a partir del siglo XIII. El primer convento de los dominicos urgeleses estuvo ubicado fuera de las murallas, en el extremo norte del barrio de Capdevila, pero en el año 1364, con la ampliación de las murallas de la ciudad, este edificio tuvo que ser derribado. Los dominicos fueron trasladados intramuros y se les cedió la vieja iglesia románica de Sant Miquel, donde empezaron a construir un nuevo templo en el año 1409.
La iglesia sigue los criterios de la arquitectura gótica catalana, con una obra exterior muy austera y exenta de decoración. En contraposición, el espacio interior es amplio y espectacular, en la línea del gótico conventual de la Europa meridional. Tiene una sola nave y un ábside de planta poligonal.
Con la desamortización de los bienes eclesiásticos de Mendizábal, en el año 1836, el convento de La Seu d’Urgell fue suprimido y la antigua iglesia conventual, durante un tiempo abandonada, fue iglesia parroquial entre 1922 y 1936. Durante la Guerra Civil, la iglesia fue saqueada y su campanario, destruido. Después del conflicto, fue utilizada como instalación militar y después fue nuevamente abandonada. Devuelta al municipio, las obras de recuperación como sala de actividades culturales se llevaron a cabo durante la década de los noventa.